Todas las
noches del otro lado de la pared, rechina pausadamente la cama de mis vecinos. Atraídos por el amor
ocupan el tiempo para saciarse y otras veces para agrandar su
familia.
Mi madre
estando en el sur dice que la soledad es
una gran fortuna. A ella
le resulta fácil hablar porque nunca
apreció el silencio de este
lugar. Yo prefiero creer que el silencio
se debe al diminuto tamaño de la
cama. La pronta manera de olvidarme es esconder mis manos entre las sábanas, mientras la
cama de mis vecinos se llena de polvo.