Majestik / Romina Cazón



I
Ayer fui por primera vez a un motel.
Antes había ido, pero sin mi cuerpo.
Llevé a mi “amor” si es que se puede llamar “amor”.
Y  nunca dijo: nena, espera hay una casa para nuestros genitales.
Es cierto,  tenemos una casa con tres recámaras
un patio grande y  una sala cómoda.
Demasiado espacio para dos cuerpos,
sin embargo yo pensé en mis ganas,
en mis vecinos
y en lo fastidioso que debe ser para ellos
aguantarnos  o aguantarse
todas las noches
y envidiarnos

II
Guardé el sandero
en la habitación 11 o 23
¡Qué importa el número!
Cerré la puerta
y no volví a razonar.
Tiré mi vulva
como si fuera un ladrillo
como si fuera una piedra
nunca libre de pecados
nunca sin la historia de otros cuerpos.

III

No podía ser yo,
pero era yo
y todos los espejos me lo decían.
Qué siniestra tarea fue encontrarme
                                     ahogada
                                     electrocutada
                                     licuada
sobre el ombligo de mi amante,
descaradamente viva
después de la explosión.