Conocí a mi maestro en el mes de junio
cuando yo buscaba tabaco en las calles
y mi pierna enferma conocía los suburbios
y a las pelusas.
Perpleja y frente a su mirada caí
acaso a la primera sílaba
acaso al primer signo.
Mi maestro, un vil perro:
cruel como una cinta que olvida
la melodía
ajeno como un país del Sur.
que no basta llorarle
porque jamás se acercará.
Así de perro, tan vil
me enseñó que se escribe
para que brille la rabia
para que perramente
se hagan cosas perras
actos perros
poemas perros