Nada de otro mundo.

Vine a México
porque me dijeron que hay buenos poetas:
poetas dulces
poetas amables
poetas chidos.
Que no eran como los de Argentina
que se tienen envidia hasta por la cama.
Que no eran como los de Bolivia
que se lo toman todo personal.
Que no eran como los de Chile
que se quieren matar entre ellos.
Vine a México
porque me dijeron que hay buenos poetas.
En efecto son buenos:
buenos para  tirar mierda
buenos para envidiar
buenos para hacer chisme.

Nada nuevo.
Nada de otro mundo.



Pieza visual / No somos nada


Yo soy una hermanita de la caridad - Ángel Ortuño


YO SOY UNA HERMANITA DE LA CARIDAD

El mundo es un pañuelo

y
apesta.

Compraré otro, ¿sabes?,
en cuanto me devuelvan lo que pagué o encuentre
la nota

(que no es este papel: yo no uso
pañuelo).

¿Y qué se necesita para hacerme cantar
si no quieres atarme
con listones?

Amenazarme, claro! Acertaste.

Ángel Ortuño

4 poemas de La mujer de Nazareno



*

Tengo pan y vino en mi mesa.
Si  alguien llega le doy una silla
y le hablo extensamente sobre la dictadura
como si yo la hubiera vivido.
Finjo, pues,
a veces no se me da otra cosa
que amarrar  muchos hilos.

*

Dejé de ir a misa
cuando supe que mi hogar era un templo:
no ortodoxo y de larga lengua venenosa.
Aquí seguidamente se dice mucho
al elegir la ropa para ir a trabajar
y cuando pagamos las deudas.
Nos quejamos,
pero nada que al más próximo ofenda.
La saliva sale benignamente
para dormir las ocho horas necesarias.

*
Aprendí las plegarias
con tos, fiebre y látigo
como quien se cura una herida con su mano rota,
pero nunca me quejé de Cristo
en una mesa o cama.
Hice el amor y bebí reiteradas veces
con la sospecha que ese hombre noble
aún muerto ponía sus ojos  en mi frente.
Por  eso nunca perdí la fe,
sólo me olvidé  de sus altares exageradamente lujosos
que en este momento putearía en voz alta,
Pero no, misericordiosa es mi saliva.


*

Magdalena, la historia se cierra
en los labios
en un sábado sin gloria
con mis gatos en las piernas
y el timbre del teléfono
con un número equivocado.
No concluye  el acto,
tampoco  la carne.
Puntual es la hora en que dejo mi cuaderno
para ir a cenar.


Un día me apareció un tumor en la cabeza / Romina Cazón




Un día me apareció un tumor.
Le dije como si fuera mexicana:
cabrón ni creas que te puedes quedar
en mi lóbulo derecho.
Y el cabrón tumor se quedó por tres años
y me hizo llorar cuando manejaba mi Ford,
cuando  daba clases,
cuando pagaba mis remedios.

Yo  le decía al tumor
que se largue de una vez,
y el tumor quería estar conmigo,
quería amarme con su amor ojete,
con su mirada ojete,
con su vida ojete.

Un día me lo encontré distraído
y  le pateé la cara.
Lo mandé a chingar a su madre.


Los amores tóxicos no van conmigo.



¡Mi hijo quiere ser poeta!


El poema se defiende solo




Mi madre es una burlona


Siempre dice que no escribo poemas,
pero yo digo que sí.
Lo aseguro porque en diez años
he vendido cuatro Ford
y nadie me ha regateado ni un sólo centavo.


Es una pena

“Es una pena que no se lea poesía”  (Hugo Hiriart) y que  usted no sea la poesía o que la intente hacer desde el sillón que le da el PRI, poniéndose como víctima de la violencia y el narco. ¿Acaso no es igual escribir feminicidio y PRI?
Es una  pena que los poetas justifiquen la cursilería a los “poetas conocidos” y que no se la quieran perdonar al poeta que está abajo. La varita con que se juzga debe ser exacta.
No (se) engañe, cuando  crítica no es la misma versión en lunes o domingo, tampoco si es Fulano o Mengano.
Es una pena que se deje abrazar por el poder, cuando según Huidobro, la primera, segunda, tercera… condición del poeta es la creación.
La chica tiene lindas piernas, pero NO escribe. No pretenda ver que escribe bien, sólo son piernas
“No  confunda amor con literatura ni biografía con bibliografía” (Emmanuel Carballo). 



¿A quién le tengo que leer mis poemas?






Soy Poeta ...



Soy poeta,
pero doy clases de informática.
Soy poeta,
pero arreglo computadoras.
Soy poeta,
pero me dedico a las herramientas de corte de carburo.
Soy poeta,
pero asesoro a empresas aeronáuticas. 
Soy poeta,
pero tres horas diarias, tengo que vender seguros de vida.
Soy poeta,
es un decir nada más.

Estaba bromeando, tenía ganas de jugar.



La otra idea del cuerpo / Romina Cazón


La idea de la idea de la idea de la idea de la idea de la idea del cuerpo, del otro cuerpo, del no cuerpo, del invento del cuerpo, de la imaginación del cuerpo. RC.













Cómo matar a los poetas y no morir en el intento


Producto Vencido / Descarga gratuita

Guardar imagen como / Descarga gratuita

Homenaje a Octavio Paz 2016










El llamado de la sangre



I

La sangre llama a través de la sombra y de la tierra. Grita desde lejos con sus pájaros peregrinos   y deja todo el miedo en la frente.
La sangre abruma, deja recintos inacabados.

II

¿Qué haré con tanta sangre?

Obedecer el llamado con los ojos moribundos.

Tapar el oído soberbio 

ó naufragar sin pedir explicaciones.


III

A lo lejos está una pocilga de  almas con gusanos.
Voy hacía ahí, pero no al Sur, más allá.

IV

Hacia donde voy está el hogar de mis  ancestros. ¿Cuál manía la de ir a molestarlos?
V

La casa está  en algún lugar que nadie recuerda, porque nadie volvió, ni Eva con su manzana y su desnudez, ni Adán  agarrándose del sexo en un terreno precario, lleno de vergüenza.

VI

Ha llegado la hora  del juicio. Hay que extender los pies y cruzar las manos  en un cofre. Nunca gritar que somos culpables porque nadie se va limpio. La suciedad viene del origen y nadie ha podido hacer nada, ni siquiera el Hijo que se baña en aguas santas.
Ha llegado la hora del olvido.  Hay que borrar a todos de la mente y después a uno mismo  para yacer en armonía. Nunca decir que no cargamos a nadie  en los hombros porque nadie se va solo. Siempre hay alguien  en la  espalda.

VII

Fugaz es la estancia.
Venir a echar un vistazo
y nada más.

VIII

Tengo que irme
(no sé a dónde)
a escudriñar el viento
que  trae la miseria a los dedos.
Irse con  el plomo en las espaldas
la basura en  la mirada
y con la apariencia de una setentona
que  llora la  sangre original.
Tengo  que irme
(tal vez allá)
al fondo de la peste.
Ir con la lengua doblada
y esperar que un  grito
                        sólo un grito
me llame de regreso.

IX

Que tú morirás eso ya lo sé,
lo  he aprendido en la escuela.
(Siempre es bueno saber lo que no se debe)
Que yo tendré miedo eso lo saben todos
y está oculto en sus bocas
(Siempre es bueno admitirlo)
Si acaso se me caen los  cabellos
haré trenzas para ir a visitarte.
Que tú morirás, eso ya lo sé.
La gente nace con ese primer recuerdo.

X

Yo tengo de tu carne la memoria
fragmento  del desierto.
De nada sirve tener olfato
para uno mismo.
La vida es tan pobre
que no ha hecho otra cosa
que patearme en el trasero
la osamenta de los días.
Pero ¿A quién le importa
la voz chillona que tengo de mi madre?

XI
Este viaje aniquila la geometría del cuerpo. No ofrezco el alma porque ya está vendida al Padre. Tengo sólo el espasmo y una plegaria para morir decentemente.

XII

Todos han  muerto a la derecha del Padre, yo no soy la excepción.
Ya era el turno de no ver hacia atrás y de soltar el llanto  en la despedida más triste.

XIII

La muerte festeja en la punta de la nariz
y  extirpa cualquier recuerdo.

XIV

Me fui desprovista de un Dios que yace en la boca del planeta.
Del   otro lado la vida es más extensa. De este lado la vida es del tamaño de un dedo.





La poesía es un derecho, no una obligación





credos y cerdos

Poema credos y cerdos de Alicia Gallegos
Voz, música y montaje: Romina Cazón






Ángel Ortuño, el canalla